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domingo, 27 de marzo de 2011

Lección 31. La Nueva Jerusalén

Apocalipsis
31. La nueva Jerusalén

Pasaje base: Apocalipsis 21:2, 9-27
23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.

Este día hablaremos de nuestro nuevo hogar, ya la semana pasada hablamos de los nuevos cielos y la nueva tierra creados por Dios, ahora hablaremos de la ciudad que será nuestra morada eterna.

2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.

Juan ve descender la ciudad desde el cielo, esta ciudad no es creada en este momento, sino que ya está hecha con tiempo y nada más desciende del cielo de Dios para posarse en la nueva tierra.

Juan 14:1-3 nos habla de que Jesús al morir prepararía lugar para nosotros. ¿Te imaginas cuántos años ha tenido el Señor para preparar nuestras moradas? Si con su palabra en sólo 6 días creo un mundo tan hermoso como el que conocemos, te imaginas la de detalles que tiene la Nueva Jerusalén, es como ninguna otra ciudad que podamos conocer.

Al decir que está dispuesta como una esposa ataviada para su marido, significa que no le falta nada, es una ciudad totalmente preparada para que la habitemos

9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.

El mismo ángel que derramó las siete plagas es el enviado de Dios para mostrarle a Juan a la desposada, la esposa del Cordero, su amada iglesia.

10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,

Porque se llama a la Nueva Jerusalén esposa del Cordero, bueno recordemos que una ciudad no es sólo una construcción sino además tiene gente, habitantes, la iglesia es quien habitará la Nueva Jerusalén, por eso se le llama la ciudad santa porque sus habitantes son santos.

11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.

La ciudad no refleja la gloria de Dios, tiene la gloria de Dios ahí. Hoy día podemos ver el reflejo de la gloria de Dios en su creación, en sus obras, en sus milagros, pero en la Nueva de Jerusalén está la gloria de Dios ahí, no sólo su reflejo sino su gloria real. Juan no puede describir el fulgor, por eso menciona que es como una piedra preciosísima, como de jaspe, dáfana como el cristal, le faltan palabras para describir el fulgor, el resplandor de la ciudad.

12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel;

13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas.






14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.

15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.

16 La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.

17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel.

18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio;

19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;

20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.

21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.

Aquí Juan nos describe lo que ve, aunque es una ciudad indescriptible, él trata de exponer lo mejor que puede cómo es. Te imaginas una ciudad hecha con perlas preciosas? Gracias a Dios en el cielo no habrá ladrones. Calles de oro puro y transparente ¿te imaginas el oro transparente?

22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.

Ahí no habrá necesidad de ir al templo, estaremos con el templo. Dios es el templo, será un lugar de constante adoración.

23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.

¿Le tienes miedo a la oscuridad? En la Nueva Jerusalén no habrá más oscuridad, El fulgor, el resplandor del Señor es suficiente para la iluminación de la ciudad. Qué tremendo!

Dios no nos muestra su gloria en todo su esplendor en este tiempo porque no podríamos resistirla, pero cuando habitemos la Nueva Jerusalén podremos disfrutar de esa gloria sin sufrir ningún daño.

24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.

Toda la gloria y honor de los reyes de la tierra ahora se concentra en la Nueva Jerusalén pero multiplicada a la x potencia. Y los que hayan sido salvos ahí andarán, los que no tendrán su morada en otro lugar muy desagradable.

25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.







Cuando estamos enfermos o enfrentando algún problema pareciera que la noche agrava las cosas y queremos que amanezca, pues allá en la Nueva Jerusalén no habrá noche y las puertas no necesitarán ser cerradas, pues no habrá quien se meta a robar o a cometer cualquier otro ilícito, tendremos paz y tranquilidad, viviremos seguros, sin temor de nada, sin tristeza ni dolor, sin noche, sin tinieblas.

26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

Aquí reitera que la gloria terrenal, de que pudieran presumir algunas personas o naciones se concentrará entera en la Nueva Jerusalén y en seguida viene una advertencia, que debe ponernos a pensar ¿Qué es lo que haces en tu vida diaria? ¿Adoras a Dios o haces abominación y mentira? ¿Está tu nombre inscrito en el libro de la vida del Cordero? Si no lo está, qué esperas para inscribirte, no sabes cuándo se cierren las inscripciones y si tu nombre no está ahí cuando se cierren las inscripciones vas a sufrir mucho, por lo tanto es importante que entregues tu corazón a Jesús ahora que hay tiempo. El sólo quiere hacerte bien y llevarte a vivir con él un día, quiere que seas feliz y ser tu mejor amigo, te invito a que reflexiones en lo que Dios tiene para ti y lo que el mundo puede ofrecerte y date cuenta que no hay comparación y toma la mejor decisión.

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